Tratamos la enfermedad de Parkinson en sus primeras etapas para recuperar la salud.

Me dieron de alta en 2016 después de un accidente cerebrovascular y desde entonces vivo con ello. Sentí que mi postura al caminar era extraña. Sin embargo, al principio pensé que era una secuela del accidente cerebrovascular y no le presté mucha atención. Pero con el tiempo, al notar que mis movimientos en la vida diaria se volvían más lentos, recordé a un paciente con enfermedad de Parkinson que había estado ingresado junto a mí en el hospital de rehabilitación tras el accidente cerebrovascular, y pensé que los síntomas eran similares. Consulté a un médico especialista en accidentes cerebrovasculares y me derivaron a un neurólogo especializado en Parkinson. Tras la consulta, supe que los síntomas que temía eran en realidad los primeros signos de la enfermedad de Parkinson. La enfermedad de Parkinson es, después de la demencia, la enfermedad más temida, y es un tipo de enfermedad neurodegenerativa en la que las células nerviosas que producen dopamina desaparecen con el tiempo, según explicó el médico. Al escuchar esto, comprendí que era una enfermedad muy peligrosa. Por eso, recibí un tratamiento enfocado en la corrección de la postura y en mejorar la lentitud y el ligero problema de equilibrio en mi vida diaria. Finalmente, después de seis meses de tratamiento, los temblores, la rigidez muscular, la inestabilidad postural y los trastornos del movimiento mejoraron gradualmente, y me dieron el diagnóstico de curación de Parkinson. Ahora llevo una vida normal sin ninguna dificultad. Como en todas las enfermedades, aprendí que concentrarse en el diagnóstico temprano, identificar la causa rápidamente y recibir el tratamiento adecuado para los síntomas es la clave para la recuperación.