Mi dolor de hombro se había vuelto tan intenso que interfería con mi vida diaria. Levantar el brazo o girarlo hacia atrás me resultaba especialmente doloroso. El médico examinó mi estado a fondo, preguntándome cuándo había empezado el dolor y qué movimientos me resultaban más difíciles. Incluso me explicó, mediante radiografías, si se trataba de un simple dolor muscular o de un posible problema del manguito rotador o de la articulación, lo que me dio confianza.
El tratamiento no se limitó a recomendar inyecciones. Me guiaron paso a paso con la medicación, la fisioterapia, los estiramientos y el manejo de la postura según mi nivel de dolor, lo que lo hizo menos pesado. Incluso en la sala de fisioterapia, revisaron mi hombro en cada paso para asegurarse de que no lo estuviera forzando, lo cual me tranquilizó. Después del tratamiento, también me enseñaron movimientos para evitar que el dolor empeorara y técnicas sencillas de cuidado en casa, lo cual fue de gran ayuda.
El hospital estaba limpio, el personal amable y el ambiente, en general, cómodo. Incluso cuando me preocupaba un dolor de hombro intenso, me impresionaron especialmente las explicaciones tranquilas y atentas que me dieron. Estoy deseando volver si vuelvo a sentir dolor.